Ya les hablé una vez de mi amigo Pucheta. Hoy voy a contar una historia que tiene como protagonistas a él y a su tío. Resulta que el tío de Pucheta, pongámosle que se llamaba Germán, era un buen tipo. En el barrio lo veíamos pasar, siempre serio, a la misma hora, volviendo de la fábrica donde trabajaba. Nunca lo vimos con una mina. Hasta que me fui del barrio Germán seguía igual, siempre laburando, volviendo a casa temprano, tomaba unos mates, se bañaba, se perfumaba y se iba. Cualquiera pensaría que un tipo soltero saldría con minas. Pero no. Germán se iba al bar, se tomaba unos vinos y jugaba al truco con otros parroquianos. Se ponía en pedo, cómo no, pero no era todos los días. Más bien los fines de semana. Como buen laburante, de lunes a viernes apenas se tomaba unos vinos y de vuelta a casa a preparar la comida, para morfar temprano, mirar algo de televisión y a dormir. A las 4 y media de la mañana había que levantarse de nuevo, y así. Germán era un tipo solitario, sí, pero más bien reservado. En mi barrio, ya sabemos, la gente no era de andar haciendo alarde ni espamento con nada, y Germán era así. Todos pensamos que si se comía alguna minita nunca nos íbamos a enterar, así de reservado era.
Muchos años después, hablando con Pucheta, lo encontré amargado.
–Que pasa Puche?
–Mi tío Germán se está muriendo, che, estoy para la mierda.
–Eh, tan mal está?
–Bueno, en realidad no se está muriendo, pero para mí es como si lo estuviera, entendés? Me tiene que explicar algunas cosas.
–Pero tantos años, Puche, justo ahora te acordás que tenés cosas que preguntarle?
–Y bueno, loco, cuando uno es joven piensa que va a vivir siempre, y pensás que tu familia nunca se va a morir. Y mi tío ahora ya no habla, además está sordo, nos comunicamos, pero ya no da para que yo le pregunte lo que quiero.
–Pero qué es tan importante que te quedó atragantado?
–Mirá, hay muchas cosas que vos no conocés de mi tío Germán. Te tengo que contar la historia para que entiendas. A los 25 años se enamoró perdidamente de una mina, una morocha que venía a casa que estaba para partirla, pero resulta que la morocha se enamoró de mi otro tío, que encima le cagó la vida. Nunca la trató como mi tío Germán la hubiera tratado, como una reina. Desde ahí nunca más se pudo enamorar, entendés? Hasta los muebles había comprado pensando que ella algún día le daría bola. Pero ella, lastimada como estaba, no soportaría salir además con el hermano del tipo que la cagó. Asi que mi tío Germán ahí anduvo, boyando, enamorándose de mujeres casadas y escapando por los techos o encerrándose en el baño. Nunca una novia, un filito, todo clandestino. Yo estas cosas me las fui enterando después. El jamás contaría una cosa así. Pero, claro, cuando el material escaseaba no le quedaba otra que recurrir al kilombo. El siempre laburó, guita no le faltaba, así que cada tanto se iba a un puterío de Avellaneda.
–Y vos cómo sabés eso? Y qué carajo tiene que ver con lo que le querés preguntar?
–Pará boludo, ya te cuento. Una vez, cuando yo era adolescente y con tal de ponerla era capaz de cogerme un hormiguero, mi tío me invitó a pasear. "Cambiate que te voy a llevar a un lado", me dijo. No me extrañó porque él me llevaba a la casa de sus amigos a comer asados, le encantaba presentarme como su sobrino. Pensé que íbamos a un paseo de esos. Pero no, sobre la avenida Mitre nos bajamos, caminamos un par de cuadras y me hizo entrar en un bar. El se pidió una cerveza y yo una Coca. Había poca gente, te diría que nadie. El mozo no era mozo, era un muñeco que estaba atrás de la barra con cara de pocos amigos que para que nos traiga la cerveza y la coca poco más tenemos que llenar un formulario. De pronto del fondo del salón sale un tipo, paga y se va. Al rato otro. Cinco minutos después pintaron dos minas, bah, dos minas, no quiero ser peyorativo pero te digo que no calentaban ni a un preso. Se sentaron por el fondo del salón, prendieron un pucho y ahí se quedaron. Mi tío estaba de espaldas, pero a él no le hacía falta mirar, seguramente sabía bien lo que pasaba. Y me miraba raro, y se reía, como queriendo decir algo. Pero no me lo dijo. Pagó y nos fuimos. Con los años fui atando cabos y me di cuenta que mi tío me había llevado a un kilombo a debutar, te das cuenta?
–Sí, bueno Puche, todos pasamos más o menos por lo mismo. No te vas a espantar por eso, no?
–No, claro, pero por qué no me dijo nada? Por qué no me hizo pasar con alguno de esos vejestorios? Yo con las ganas que tenía me cogía al cantinero con cara de malo, no me importaba. Pero él no me habilitó. Y yo tardé un año más en debutar, hasta que me animé a meterme en la villa, entendés? Un año perdí... Y lo que me joroba la existencia es que nunca me voy a enterar si mi tío no me dijo nada por vergüenza, porque pensó que yo era muy chico y porque pensó que para un pibe lo mejor no es debutar con una puta. Siempre pienso en eso, sabés?
–Pueden haber sido mil cosas, che. Pero vos qué pensás? Qué creés que pasó?
–Como vos decís, por la cabeza le pudo haber pasado un avión y yo no me enteré. Lo que a mí me gusta pensar que pasó es que él se arrepintió. Que no quiso ser él quien me llevara a debutar con una prostituta. Porque él creia profundamente en el amor, a tal punto que se va a morir sin poder decirle al amor de su vida que siempre la amó y que nunca dejó de amarla. Y entonces prefirió que yo buscara mi camino y que en lo posible debutara con alguna minita del barrio. Pero vos sabés, eso no es para tipos como nosotros. Tuve que morir en la villa porque no la ponía ni en el burlete de la heladera, loco. Pero en todo caso no fue por culpa de mi tío Germán, a su manera él hizo lo que pudo. A mí me gusta pensar eso, no sé, porque debuté con una puta, sí, pero gracias a él también sé que el amor de tu vida existe, y que puede durar o no para toda la vida, pero ahí está, a la vuelta de cualquier esquina. Y lo que me jode es no poder preguntarle si esto que me enseñó mi tío Germán le salió de casualidad o lo pensó así. Vos qué pensás?
–Que no importa, Pucheta, qué carajo importa.
15 comentarios:
Uff Peralta, ya me estaba asustando!!, imaginaba que seguía "perdido por ellas".
No sé si importa mi opinión, pero si quiere, dígale a su amigo de mi parte, que su tío Germán se me hace un tipo ubicado y respetuoso de los tiempos de su sobrino, que debía estar verde aún para esos menesteres.
Saludos a Ud., a Pucheta y al gran tío, dónde quiera que esté.
bien dicho, qué importa...
la cuestión es ¿aprendió?
Hace mucho que no ando por acá. Veo que nada ha cambiado. El Peralta este sigue con estas historias pedorras, de inamdurez emocional, de "vení que te cuento algo buenísimo" y son boludeces propias de alguien que cree que cada gilada que ocurre en su barrio, es digna de ser mencionada. Lo que es indudable es que la vida sexual de este tal Peralta es deficiente. Falta ponerla más seguido y, sobre todo, mejor. Aprendé de una vez, che....
como quisiera conocer a German y a Pucheta, abrazo puteador Peralta
¡¡Qué mal bicho debe ser mlousteau!!, pobre tipo...
No pasó nada raro, Puche. Cuando cayó en la cuenta de lo que eran las dos putas, el tío advirtió que no podía ser tan turro de hacerlo debutar con semejantes artefactos. Él comería con las viejas, pero comía solo; llegado el momento de invitar, no le pareció comida digna de un invitado, aunque más no fuera que su sobrino. Imaginesé: ud. cuando está solo en su casa a la hora del almuerzo es capaz de comer medio tomate viejo que está en la heladera desde la semana pasada, arrugado, con una mancha blanca y peluda en el costado. Pero si invita a comer a un amigo o un pariente, cuanti menos tira un cacho de entraña a la plancha.
Arquero, Ud. hiere mi sensibilidad femenina, no puede hacer un parangón entre un tomate mohoso y arrugado con una trabajadora sexual a la cual tanto hombre abreva por necesidad o gusto.
Reivindico a las Señoras Putas, mujeres, por sobre todo, y madres e hijas de tantos hombres.
Yo siempre pensé que debutar con una puta es en cierto modo un fracaso. No obstante, a veces un fracaso inevitable. Ojo, que también hay muchos quienes le toman el gustito y no lo cambian por nada.
Salud, Peralta!
Y váyase a la concha de su madre!
Hay tomates mohosos y arrugados que tienen mucho más atractivo sexual que algunas trabajadoras sexuales.
Hay tomates mohosos que los parto al medio.
¿Aguilucho es el "sexy y barrigón"? Yo que él cambio los tomates pasados por mujeres, por lo menos para reducir la pancita.
a veces leer este blog... cuanto menos entretiene... pero lo que subleva mire... lo que subleba son los comentarios pelotudos como los de mlousteau ...
y bueno... al menos estoy en tono con el blog... puteo...
ahora... su historia conmovedora y un saludo de género para la gran mir
póngase de acuerdo Sol
o se subleva o se subleba...
pa mí mejor si se subleva!!!
MIre Arqueros, entiendo su posición, pero por qué no pensar que el arrugue del tío tuvo que ver con el papelón que previó que el sobrino le haría pasar...por ahí no quería quemarse con las señoritas. Que por lo que pude leer, este Pucheta tiene antecedente de insatisfecho....
Arqueros PD: muy bueno el último material en el blog de su autoría...pero bueno, Ud sabe que no soy objetiva.
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