domingo, 31 de mayo de 2009

Chau

No entiendo una mierda de música, no entiendo un carajo de rocanrol. En esto, como en todo lo que tiene que ver con mi acercamiento a las expresiones culturales, sólo me guío por una regla: me gusta o no me gusta. Eso puede ir acompañado de una cierta simpatía con el artista por tal o cual motivo. En el caso de Los Piojos tiene que ver con un hecho acontecido en el año 1995 (cómo pasa el tiempo).
Una vez más, en ese entonces, el progresismo periodístico daba muestras de lo mierda que es. Página 12 rajaba a más de 70 personas, negaba que se hubiera vendido a Clarín y sólo le echaba la culpa a una extraña reestructuración. Y digo extraña porque en la cuidadosa selección que hicieron los gerentes y dueños de Página 12 no se olvidaron de ningún activista, ni militante, ni de nadie que alguna vez hubiera expresado cierto desagrado con la política empresaria, o se haya quejado de los bajos sueldos, o de alguna manera haya enfrentado a la patronal como una más, sin considerar su carácter "progresista".
Tras varias semanas de paros, que incluyeron un piquete en la puerta del diario, allá en la calle Belgrano, los trabajadores organizaron un recital solidario. Tocaron varias bandas que después hicieron bastante bulla (como Un cuartito, La Bersuit, la Renga, Los Piojos, las Manos de Filippi) y algún consagrado como el Negro Jairo.
Pistolas fue el tema que me llamó la atención, a partir de allí seguí a la banda, no como fan ni nada que se le parezca, ni aguante ni nada de eso. Salía un disco, lo robaba o lo compraba, y lo escuchaba.
No me importa lo que fue después de Ciro y sus muchachos, no me importa si se vendieron o entregaron a la hermana y a la madre; los tipos fueron solidarios con gente que se lo merecía. Ahí estaba Ciro, con su armónica, endulzando mi oído tan duro. Y hoy retomo este blog para despedirme de ellos, porque se van. Volverán de otra forma, seguramente, hará cada uno su carrera de la manera que se le cante el ojete. Pero a mí ya me chupará un huevo. Los Piojos ya no están, pero estuvieron cuando había que estar.