domingo, 31 de enero de 2010

Censura

"Peralta, te volviste puto, cómo pones esa foto"


"Ay, me da asquito"


"Saque esa foto, cada vez que entro al blog me encuentro con eso y cierro"


En fin, algunas de las cosas que se dijeron sobre el noble hombre que permitió le sacaran una foto en plena acabada.


Pero el que me decidió a sacarla (a la foto) fue un amigo que me escribió un mail con lo siguiente:


"Querido Peralta
Te recomiendo que califiques tu sitio como prohibido para menores, sino lo más probable es que Blogger te lo de de baja o cancele debido al contenido explicito. Es una pavada, pero a muchos amigos les pasó que se los dieron de baja por no calificarlo como no apto para menores. Lo único que cambia es que antes de entrar al sitio te aparece una advertencia. Saludos."


Se imaginarán que con una advertencia por el estilo estoy salvado, mi blog se va para arriba como pedo de buzo; pero no. Seguiré siendo esquivo a la fama, tengo otras cosas que hacer, así que saqué la foto, viejo. Son todo puto

martes, 5 de enero de 2010

Adivina, adivinador (primera parte)


"No la saques, papi, terminá adentro." La cara al Moncho se le transfiguró, la miró fijo y le dijo: "qué me estás pidiendo? pará". Ella puso su más dulce voz, esa que al Moncho lo hacía acabar hasta por teléfono, y le insistió: "te juro que yo nunca te voy a molestar, de verdad, dale amor, hacémelo adentro".


Ya hablé aquí de alguna andanza del Moncho; y se me ocurrió contar esta otra, también real. Al menos la versión que contó él en una de las tantas noches de borrachera joven.

Alicia, la paraguaya, había sido un amor imposible del Moncho cuando trabajaban ambos en una parrilla del sur bonaerense. Alicia no era una paraguaya típica, no era alta, no era morocha, no tenía rulos y hablaba poco. El Moncho se volvía loco por ella, y ella lo calentaba bien, pero a la hora de los bifes se borraba, la guacha: "Yo tengo novio, Monchito, y me estoy por casar, no podemos andar haciendo chanchadas". Una de las últimas noches de laburo, antes de que ella se casara y se fuera a vivir a Paraguay, Alicia se confesó: "Vos me gustás mucho, guacho, ése es el problema; pero mi novio es un buen tipo, es trabajador, se acaba de recibir de contador y allá nos espera un buen laburo. No nos dieron los tiempos, nene, si te hubiera conocido antes no te me escapabas". Lo abrazó y lloró. El Moncho, caballero como era, fue incapaz de sacar ventaja de la situación y de la borrachera de ella. La dejó en su casa, como un duque, y se clavó tal paja que se le acalambraron los dedos de la mano.

Pero la vida tiene tantas vueltas, pero tantas, que años después se volvieron a encontrar. Voy a obviar algunos detalles para no hacer tan larga la historia, pero el reencuentro no fue el esperado. Ella venía de Paraguay, tras algunos años de mala vida que terminaron en fracaso matrimonial; él, de novio para casarse como conté en el otro post.

Moncho estaba enloquecido. Qué hago, Peralta? No sabés cómo me gustaba esa mina!!! qué gustaba, me gusta, Peralta, me da vuelta el bocho como ninguna otra.

-Moncho, las calenturas no llevan a ningún lado, salvo a la cama, así que si ella te busca no la perdones, matala a pijazos. Eso sí, nada de novio, ni amor ni la puta madre, se lo dejás bien clarito para que la mina no joda. Y si esas condiciones no están, vas y te echás un polvo con la Zulema y te dejás de joder.

-No va a querer, Peralta, esta mina es otra cosa; no es que se va a sacar las ganas y nada más.


El Moncho se equivocaba. La carne es débil. Alicia venía muy golpeada, y la verdad el Moncho fue un amor inconcluso, ella misma se sorprendió de extrañarlo tanto, y la decisión de volver a la Argentina fue tomada con la esperanza de reencontrarse con él. En otras condiciones, claro.

Pero ella jugaría su última carta, con la remotísima esperanza de arrebatar al Moncho en el último minuto. No era mina de hacer esas cosas; pero se había equivocado fiero, pensó que el amor era algo tan simple como buscar a la persona adecuada, y no, resulta que era otra cosa. Tarde piaste, Alicia, pensaba, mientras se pintaba los labios rojos y carnosos con los que esperaba volver loco al Moncho.

Mi cumpleaños fue apenas una excusa para juntarlos, antes de cortar la torta Alicia y el Moncho se rajaron sin despertar sospechas. Algunos conocíamos a la novia, luego muchos años esposa del Moncho, y no queríamos quedar entrampados en un kilombo. Me hice el boludo como perro que le están rompiendo el culo, miré para otro lado y si alguien preguntaba yo no sabía nada.


Fue en el telo, luego de una hermosa noche de amor, que Alicia disparó esa frase matadora. En esa época el preservativo no estaba tan extendido, el Sida apenas empezaba y los machos de verdad nos aguantábamos y acabábamos adonde nos dejara la dueña de nuestra pasión. El Moncho iba por ese camino cuando ella lo puso frente al dilema.


La historia es real, tiene un final, pero me gustaría que los lectores de este blog hagan su aporte: qué resolvió, finalmente, el Moncho?


Perdonen la foto, me pareció adecuada pero si hay almas sensibles puedo sacarla. También opinen sobre esto, che.