viernes, 27 de junio de 2008

Muerte puta

Muerte puta, muerte traidora, muerte injusta. Hace seis años te llevaste a dos pibes con los huevos grandes como pelotas, con la falta que hacen, muerte guacha. Sabías, hija de puta, que esos pibes con bolas son los que hacen falta, son los que cambian la vida, son los que pueden construir un mundo feliz, hija de puta. Porque vos sabés, muerte de mierda, muerte jodida, que esa gente cambia la historia, vos sabés, porque trabajás para los otros, para los poderosos, para los asesinos, para los narcos, no trabajás para nosotros, muerte hija de mil putas. Si no, hagamos una simple cuenta: fijate a cuántos te llevaste el día que murió Neustadt, por citar un hecho cercano, la reconcha de tu madre. Cuántos pibes se murieron de hambre el día que te llevaste a ese hijo de puta, casi a los 90 años? Cuántos fueron asesinados en Afganistán e Irak, cuántos se murieron de sida o de enfermedades prevenibles en algún hospital de mala muerte del primero o del tercer mundo? Hacé esa cuenta, hija de puta, muerte vil, muerte traidora, siempre agazapada, marcando el final. Todos te vamos a ver la cara, muerte descarada, pero sos injusta, muchos te la ven antes, la reconcha de tu hermana. Sos injusta, sos profundamente injusta. Es mentira que no discriminás, una mentira que inventaron los hijos de putas para quienes trabajás, muerte prostituta, por cuánto te llevaste a Maxi, a Darío, a todos los que salieron a pelearla el 19 y 20 de diciembre? Te prostituís, hija de puta, pero vos también vas a morir, sorete, a vos también te va a tocar, muerte de la barbarie capitalista, muerte al servicio de los poderosos, de los policías, de los militares, de todos los soretes hijos de mil yeguas que nos roban este mundo. Pero vos, muerte puta hija de puta, tenés final. Porque el día que se reproduzcan los Maxi, los Darío, y sean mayoría en este mundo y terminen con esta podredumbre, ese día, sólo vamos a poder morir de amor. Y vos, estarás muerta.

viernes, 20 de junio de 2008

Les presento una miga

Un aparte. Para quienes extrañan las puteadas, les digo que hay formas y formas de putear, me parece que el texto de Fabio y Teresa es una forma de putear también. Pero bueno, fíjense que el post anterior era una puteada a La Nación y sin embargo nadie se enganchó. Después hice una pequeña historia y salieron a putearme y a putearse. Así que quién los entiende? La puta que los reparió, manga de gatas flora!! Pero como esta semana fue el día del comentarista, según me informó mi amiga deb, no voy a insultar más a los pocos pero buenos que tengo en este blog. Y como muchos de ellos son amigos, acá estoy, de nuevo, para hablar de las amistades, más precisamente las femeninas. Tengo la suerte de tener muchos amigos, algunos muy amigos, casi hermanos, y otros simplemente buenos amigos. Y tengo, también, muchas amigas. La amistad entre hombres y mujeres fue alguna vez tema de debate, para mí sepultado ya por la historia. Por eso voy a obviar eso y decir que este post es, sencillamente, para homenajear a mi Amiga Sabia. Tengo diferentes niveles de amigas, a algunas las conozco desde hace más de 20 años; tengo amigas con quienes he tenido más que una amistad, y tengo amigas que van de los 27 años a los 70. Tengo amigas a quienes partiría al medio sin contemplaciones y amigas a quienes no tocaría ni con una caña de pescar. Mi Amiga Sabia está en el nivel más joven. Tiene poco más de 30 años, es linda e inteligente (no doy más datos porque los buitres me van a venir a acosar, y además el teléfono no se lo doy a nadie, putos). Hace poco, un día que andaba tan desorientado que estaba a punto de meterme una zanahoria en el orto, apareció mi Amiga Sabia: "Peralta, cómo le va? cuánto tiempo!". Y, acá andamos, Amiga Sabia, con una zanahoria en la mano. "Pero qué le anda pasando, amigo? Y, usted sabe, cuando uno no sabe para dónde arrancar busca siempre hacer lo más difícil. Por eso estoy viendo si esta zanahoria puede hacerme feliz. "Peralta, no haga nada, espéreme que vamos a tomar un café". Y allá fuimos, después de un año sin vernos, a recordar cuánto nos queremos. Mi Amiga Sabia me convenció de la inutilidad de introducirse ese vegetal en alguna parte del cuerpo. Y la mirada femenina, en estos casos, siempre es importante. El café con mi Amiga Sabia, que se prolongó por tres horas, era lo que estaba necesitando.
Cuando me despedí de ella me felicité por siempre estar abierto a nuevas amistades, porque ella es mi última gran amiga, somos amigos desde hace apenas siete años. Nada comparado con grandes hermanos de la vida que me honran con su amistad desde hace más de 20 o 25 años. El reencuentro fue tan lindo que mi Amiga Sabia resolvió hacerme el regalo más lindo que me podía hacer. Cambió su nick en el chat y puso "Lindo jueves", y me dijo: "Peralta, lo de lindo día es por el reencuentro con usted". Para muchos cavernícolas que visitan este blog, una frase que les gustaría escuchar de una mujer sería "qué pedazo", o "te gusta que te chupe así?", pero les aseguro que se pierden algo si no prueban escuchar el dulce consejo de una amiga de verdad. Por eso, Amiga Sabia, le dedico este post, aunque me puteen y me digan maricón. Para mí también fue un "Lindo jueves".

martes, 17 de junio de 2008

Fabio y Teresa


Fabio llegó a su casa a las puteadas. –No puede ser, la concha de su madre, ya no se puede viajar!, gritó desaforado. Se había levantado temprano, a las 10, desayunó y salió para la facultad. Tendría un día agitado; luego de cursar iría a estudiar con unos amigos. Cuando volvía fue que se encontró con toda esa gente amontonada, en la calle. La puta madre que lo parió! Y qué piden ahora estos hijos de puta? Qué país de mierda, pensó.
Cuando llegó, Teresa lo estaba esperando con la merienda lista y la tina preparada para un baño de inmersión. –Hola, Tere? En 15 estoy en casa, esperame y después te vas, le había dicho.
Tere aprovechó los últimos minutos para terminar de acomodar, se higienizó, se vistió, abrió la canilla para llenar la tina y prendió la televisión.
Fabio tardó 40 minutos en llegar. Teresa se puso nerviosa, la esperaba un largo viaje, hacía frío y tenía que comprar las cosas para cocinarles a sus hijos y a su nieto.
Cuando Fabio entró a las puteadas, Teresa ya sabía que la calle estaba convulsionada.
–La puta madre, Teresa, sabés quién carajo está haciendo kilombo?
–Parece que salió mucha gente a protestar por el tema del campo, le contestó.
Pensó, pero no lo dijo porque Tere estaba presente: y estos negros qué mierda quieren ahora? Antes querían laburo, y ahora salen a apoyar al gobierno?
Ella siguió: parece que le piden al gobierno que negocie, están acá, en la quinta.
–Con razón tanto kilombo –dijo Fabio–. Pero entonces los que protestan apoyan al campo…
–Claro, Fabio, quién va a apoyar al gobierno?, le preguntó Teresa, que aprovechó y se despidió.
Fabio le agradeció por haberle preparado el baño, le dio un beso y se metió en sus cosas.
Cuarenta minutos después, ya más relajado, se puso a pensar en qué haría a la noche. Estaba algo cansado, pero no quería mirar televisión. Luego de pensarlo unos minutos, lo invadió un ataque de compromiso, se puso lo primero que encontró (no era cosa de que lo enfoque la televisión y le dieran la cana de que tenía puestas unas botas de cuero de 800 mangos), agarró la cacerola y salió.
Durante esa hora, Teresa viajó parada hasta su casa. Un par de veces se le aflojaron las rodillas porque se quedaba dormida. Estaba muy cansada. Había trabajado en dos casas ese día, y no veía a sus hijos desde la noche anterior. Por suerte, la mayor, que tiene 16 años, le daba una mano con los más chiquitos. También le había dado otra alegría: su primer nieto. Vivían todos juntos en una casilla puesta sobre un terrenito que por suerte ya estaba escriturado a su nombre. A pesar del cansancio, Teresa estaba feliz de tener trabajo. Pensar que hace siete años fue ella la que salió a la calle, pero sin cacerola, sino a saquear supermercados para poder hacer un pequeño stock y comer 15 días seguidos. Todo eso parece lejano. Después de cuatro años de trabajo duro pudo comprar algunas de las cosas que había vendido para poder comer. Se compró una televisión, una heladera mejor, dejó de cocinar con leña y se conectó el gas. Todavía está colgada de la luz, pero pronto podrá pagar el medidor. El cable lo tienen entre varios, así que no se le hace pesado pagarlo.
Cuando llegó a su casa y sus hijos corrieron a saludarla, sintió que a pesar de todo lo que le faltaba, eso era lo más parecido a la felicidad que ella conocería. Se le cayó una lágrima, agarró la cacerola y se puso a cocinar.

viernes, 13 de junio de 2008

En una época tendía a pensar que el diario La Nación era el mejor diario argentino. No por su postura ideológica, claro, sino porque estaba bien escrito y daba las informaciones de manera "objetiva". Claro, después alguien me vacunó contra ese flagelo de la objetividad y comencé a darme cuenta de cómo venía la mano. Ya sé que soy lento. Uno hace lo que puede, che. Bueno, el tema es que la semana pasada, cuando la Cris (hermosa, cosita de papá)




















habló en la cumbre de la FAO, en Roma, les puso los puntos a unos cuantos pelotudos con el tema alimentos, y concretamente les pegó a los pools de siembra. Resulta que al día siguiente en La Nación podías leer en tapa algo así como "La Presidenta criticó a los pools de siembra en la ONU", pero ya adentro el título era "Cristina cuestionó al campo en la ONU". Ya se les fue la objetividad a la mierda. Ya no eran los pools de siembra sino el campo, para no hablar de los editoriales que criticaban la posición argentina. Pero bueno, esta mierda de los Mitre ya nos tiene acostumbrados.
Pero esta semana vuelven a tergiversar la información en su cómica sección "Los intelectuales del mundo y La Nación". Algún pelotudo, como Finkielkraut, ya pasó por este humilde blog. Ahora le toca el turno a Jesús María Silveyra. Pero resulta que este tipo pintaba feo desde el título y, si bien es un chupacirios, al final no es tan malo lo que dice. Veamos cómo tergiversa La Nación.
















Arranca la entrevista con el título "La relación entre Iglesia y Estado pasa por su peor momento". Luego, en el texto, dice que lo atribuye a "el fanatismo de quienes nos gobiernan, que tienen su corazón cerrado a toda posibilidad de diálogo". No aclara dónde pasa esto, ni cómo, y dado el kilombo que tienen Iglesia y Gobierno en este país, yo asumí que hablaba de la Argentina. Sabido es que la Iglesia quiere ser mantenida por el Estado, y en realidad lo es, y hasta que no llegás al final del reportaje no te enterás lo que realmente opina Silveyra: "Debe haber una clara separación entre Iglesia y Estado, sin que esto implique desconocer las raíces culturales de un país". Y aun más: "sin duda, la Argentina es un ejemplo (de convivencia interreligiosa)" y que a decir verdad "no enfrenta mayores conflictos religiosos". Es decir, el tipo no es Carlos Marx, está claro, pero se podría decir que no tiene una postura jodida respecto de la relación Iglesia y Estado. Lo quen él dice lo podría sostener y los sostienen los católicos bien pensantes y de buena leche. Sin embargo, La Nación editó el reportaje de manera tal que parecía crítico al Gobierno y a la vez forro de los intereses de la jerarquía eclesiástica. Ya sé que es más de lo mismo, pero quería cagarme una vez más en estos canallas hijos de una yegua con el culo más roto que Gaby Alvarez.

martes, 10 de junio de 2008

Distancia

"Tomen distanciaaaaa!!", gritaba, no decía ni sugería, la imperativa maestra. Entonces todos estirábamos el brazo, tocábamos al de adelante y dábamos un pasito o dos para atrás. La fila, que antes era de dos metros en total, todos amontonados, pellizcándonos, tocándonos el culo, tirándoles de las trenzas a alguna compañera, se transformaba entonces en una fila de varios metros. Visto desde arriba (cosa que a mí me tocaba seguido porque era buen alumno, abanderado, actor de varieté, un olfa, bah), era impresionante: una mancha blanca se agrandaba y agrandaba hasta ocupar todo el patio. Esa fue mi primera noción de distancia. Años después, mirando una porno de John Holmes, pensaba: cómo hacía este tipo para tomar distancia? Porque tenía la garcha más larga que el brazo. O sea, el tipo tomaba distancia, pero igual te pegaba una apoyada, así, a distancia. Por suerte se murió, el muy guacho. O no, porque el tipo era realmente un orgullo para la raza blanca, che; porque parece que todos los pijudos fueran negros, y John Holmes demostró que no era así, rompió con ese mito. Pero me estoy yendo a la mierda. Después escuché a una novia mía: "necesito tomar distancia, me ahoga la relación que tenemos", o sea, me surgió una pierna mejor, esperá sentado que ahora vuelvo. En fin, muchos apelan a la distancia como si resolviera todos los problemas.
Y no está claro si resuelve los problemas o los agrava, o qué mierda pasa. Tengo una amiga que tiene el novio en otro país, se ven una vez por mes, más o menos; claro, cada vez que se ven se agarran y se matan, no les queda tiempo ni para leer un rato el diario. Ellos achican la distancia, pero cuando tengan que convivir, que por suerte va a ser pronto, se van a dar cuenta que al principio se puede tratar de coger todo el día, pero luego van a tener que mirar una película, elegir un programa en la tele, limpiar la cocina, pagar la luz, en fin, acá la distancia de alguna manera les juega una mala pasada.
El otro día me contaban de una situación similar, salvo que acá el noviazgo era virtual. Se conocieron por Internet, chatean a diario y todas las noches se pegan flor de fregada virtual, o sea, garchan por computadora!!!!! Cómo mierda hacen? Este le ganó a John Holmes, tiene una poronga que cruza el Atlántico. Pero bueno, es la distancia. Ojalá que cuando se vean y se toquen puedan disfrutar de igual modo que lo hacen hoy.
Nada mejor que el tango para ilustrar temas que tienen que ver con la distancia, pero después se me ocurrió que, para drama, el bolero. Y al único pelotudo que encontré fue a Luis Miguel cantando algo que tranquilamente cuenta el tango "Mano a mano". O sea, andate, hacé tu vida, pero sabé que estoy entregado.



Claro que está la otra visión, del gran Ricky Martin (amigos rockeros, paren de vomitar, sean amplios, che). Éste es más optimista, cree que a pesar de la distancia su vida y su amor tendrá. Iluso.



La verdad, no tengo una opinión totalmente formada. A veces la distancia puede ser buena y otras puede jugar en contra. Por ahí te permite pensar con más claridad algún tema, si es algo sentimental, pero nunca, nunca se puede decir que no exista. Somos cuerpo y mente, y si bien nuestro corazón puede volar, no siempre vamos a llegar a destino. O sea, distancia cuando hace falta; pero si podemos estar cerca, mejor.

martes, 3 de junio de 2008

Romina

Lo primero que hizo al entrar a mi casa fue cagar en la alfombra del comedor. No hubo tiempo para nada. Mi amigo Charly no pedía permiso para entrar, en mi casa eso no se hacía porque, sencillamente, no había puerta de entrada. Desde la calle entrabas hacia un patio y tan sólo ahí podías elegir dónde ir: si a la casa de adelante o la de atrás, donde yo vivía. Charly era prácticamente de la casa, así que se mandó. Sabía que yo adoraba los ovejeros, pero hasta ese momento me gustaban machos. Te gusta?, me preguntó, mientras Romina descargaba sobre la alfombra. Sí, es tuya?, le contesté y repregunté. No –me dijo Charly–, es del dueño de la gomería donde trabajo, pero la quiere sacrificar porque mordió. Ah, pero es agresiva, dije medio asustado. No, lo que pasa es que se metió un pendejo a la gomería, donde ella cuida, pero además le pegó con un palo; pero el dueño igual no quiere saber nada, porque el pibe es del barrio, se peleó con los padres, la quiere sacrificar, por eso te la traje. No la querés? Yo la miraba a Romina y al sorete que acababa de dejar y me daban más ganas de que no. Encima era hembra, 2 años, con lo lindos que son los ovejeros cachorros... Al final se quedó. No recuerdo la negociación que hubo en ese momento en la familia, creo que se quedó bajo el viejo verso materno de "es tu responsabilidad". Pero Romina nunca fue mía ni de nadie, era de todos. Por empezar, se acabó eso de que cualquiera abría la puerta y se metía en el patio. La perra no dejaba entrar a nadie. Sólo cuando aparecíamos nosotros y dejábamos entrar a la persona, ella se retiraba y hacía marcación a distancia. Si la persona estaba sentada y se paraba, ella también se incorporaba y controlaba si iba al baño o qué carajo hacía. Esa misma persona, una vez reconocida por ella, podía volver al viejo sistema de meter la mano, destrabar la puerta y entrar. Romina no ladraba ni agredía, pero acompañaba a esa persona hasta que se encontraba con uno de los moradores de la casa. Si no había nadie, lo acompañaba discretamente otra vez hasta la entrada. Nunca nadie comprobó qué pasaría si entraba a la casa vacía. Creo que conociendo a Romina es fácil pensarlo. Con el tiempo se transformó en la mimada de la cuadra; pero nunca la dejamos mucho suelta, porque había algo que no podía controlar: sus ganas de matar gatos. Cuando perseguía a uno era el único momento en que no se paraba en seco al grito de "Romina!". Puedo contar 2 millones de anécdotas de la mejor perra que tuve. Pero me voy a detener en algo llamativo: la procreación. La perra era absolutamente ovejero alemán puro, los veterinarios se babeaban cuando la llevábamos y nos recomendaban hacerla servir por un buen macho. Cuando Romina tenía 3 o 4 años comenzamos a buscar un buen perro. Cuando lo encontrábamos, el dueño del macho se convencía fácilmente porque Romina era un bello ejemplar. Esperábamos el celo y la llevábamos. Nunca logramos, en los varios intentos que hacíamos, que Romina aceptara que se le suban. Tras varios intentos abandonábamos. Pasados unos meses ella engordaba como si estuviera preñada, luego le bajaba leche como si hubiera tenido cachorros. El veterinario diagnosticó "embarazo falso" o lo que en los seres humanos se llama "embarazo psicológico". Con los años, la leche que le bajaba a las mamas terminó por formarle tumores. Lo más llamativo de todo este proceso fue el cusquito que teníamos en casa, que se volvía loco cada vez que Romina estaba en celo. Los encerrábamos, los separábamos, les hacíamos de todo para que no la sirva él. Era un cusquito, lacochasumá, andá y subite arriba de una de tu nivel, sarnoso!! Pero un día el cusquito se le subió, y a la mierda el embarazo falso. Tuvo tres cachorros, creo, aunque uno murió. Las otras dos las regalamos, para qué quería otra cusquita? Nunca más Romina se preñó, y aunque había procreado el daño ya estaba hecho, los tumores se desarrollaban y terminaron jodiéndole la vida. La llevé a vivir conmigo en un departamento, después me acompañó en mi vida de casado. Ya grande nos aconsejaron operarle los tumores. Lo hicimos. Durante el posoperatorio, casi dormida por la anestesia, quiso hacer sus necesidades en la terraza, como estaba acostumbrada. No hubo forma de que me meara o cagara adentro, como aquella vez que nos conocimos. Con todo su mareo, hubo que subirla, que hiciera sus necesidades y ayudarla a bajar, porque cuando vio la escalera hacia abajo se le aflojaron las patas. Se la bancó como una duquesa, peleó por su vida todo lo que pudo, hasta que un día nos abandonó. Tenía apenas 13 años y ya no caminaba. Aun así, cuando me dicen que los perros viven poco, yo pienso que eso no es cierto.