miércoles, 3 de octubre de 2007

La Parca y el Cabezón Jorge


Che, uno se pone viejo y parece que la guadaña va adquiriendo una forma que antes no tenía. Es decir, se la ve más grande. Está bien que por ahora son amigos lejanos, o conocidos, pero se me van muriendo. Primero fue Michi Ruiz, en uno de los post más exitosos de este blog pedorro. Y ahora se murió el Cabezón Jorge, mi amigo de la infancia. Ya no lo veía hace muchos años, ambos habíamos cambiado demasiado como para seguir soportándonos. Pero fue mi gran amigo, mi vecino, nos hablábamos medianera de por medio (vivía al lado), a mi casa entraba directamente, nada de timbre, ni golpear las manos, ni nada. Cuando tenía fiaca, desde la puerta gritaba "Rúúúbeeenn"!! Mi amigo Ulises Dumond me dijo algo muy cierto respecto de las anécdotas. El Cabezón Jorge no tiene grandes anécdotas, pero me dejó muchos recuerdos, además de este dolor que siento ahora que no sé dónde ubicar. Porque es un dolor que viene de lejos, de hace casi 30 años, cuando el Cabezón Jorge era casi mi hermano.
El 2 de abril de 1982 me despertó. Entró directo a eso parecido a una habitación donde yo dormía. Lo veo sentado al lado de mi cama, golpeándome la cabeza: "Invadimos las Malvinas, boludo!!!" Qué decís, tarado?! Dejame dormir!! Ma, qué hora es?!! "Son las 8 de la mañana, chabón, ya es tarde, dale levantate, se pudrió todo, va a haber guerra" Pero, Cabeza, vos estás loco, nos van a hacer mierda, vos te pensás que los ingleses se van a dejar tocar el culo por estos milicos? "Los hacemos mierda, boludo, vas a ver" Nunca nos sentamos a hablar de eso, cómo nos vamos a autocriticar? Eramos pendejos, imberbes, ignorantes, cómplices. En el barrio no había autocrítica, fuimos así, salvajes. Nunca conocí al padre biológico del Cabezón, creo que él tampoco. Desde que tuvo uso de razón llamó papá al marido de su mamá, un tipazo. Antes de vivir al lado de mi casa, vivieron hacia la esquina, en la misma cuadra. Yo tenía 9 años, había tomado la comunión y estaba mangando guita con las estampitas. En eso sentí una explosión, miramos hacia la casa del Cabezón y había explotado un tanque de la fábrica de enfrente (una destilería de petróleo o no sé qué mierda). El tanque medía unos diez metros de alto y no sé qué circunferencia, nunca volví a ver esos tanques. La explosión desparramó un líquido negro por toda la calle, era brea, y llegó hasta las casas de enfrente. A los 10 segundos pasó el Cabezón corriendo y gritando: mi vieja!! La madre había salido a la puerta, a llamarlo, justo en la explosión. La brea la agarró de lleno, la cubrió por completo. Estuvo varios meses internada, la bañaban en leche porque estaba toda quemada, aunque creo que la brea no estaba caliente. La cuestión es que le salvaron la vida y quedó bastante bien. Pocos años después que dejé el barrio, la fábrica se fue de ahí, una locura que estuviera enclavada en un barrio tan poblado. El Cabezón era medio pintón, tenía suerte con las minas, pero de la que se enamoró le cagó la vida. Jugaba bien al fútbol, manejaba los dos perfiles. De él aprendí lo necesario que es pegarle con la zurda. Claro que nunca lo pude hacer bien del todo, pero ésa es otra historia. Podría hablar un día entero del Cabezón porque es hablar de mi propia adolescencia. Pero fuimos cambiando, nos fuimos distanciando, alejando. La vida nos tiene preparados caminos que no conocemos. Pero esa etapa, como para casi todo el mundo, fue de lo mejor que nos pasó en la vida. Chau Cabezón, nunca me despedí de vos, así que para mí seguís estando.

5 comentarios:

Ulises Dumond dijo...

No se vaya a ofender, Peralta, ni me tome por insensible, pero, atento a las circunstancias que relata, preferiría que no repita eso de que soy su amigo.
Se la ve, si no ensañada, un poco tendenciosa a la parca para con su círculo de amigos.

Aguilucho dijo...

Excelente como siempre Peralta. Usted nació para escribir necrológicas.
Espero ansioso la muerte de otro conocido suyo para seguir disfrutando de este género que usted maneja con una sutileza pocas veces vista.

Peralta dijo...

Aguilucho, muchas gracias, viniendo de usted me mojo todo. Ulises, no sea guacho. Peor sería alejarse de mí: tenga en cuenta que se murió gente querida, pero que no veía hace mucho.

Jorgeper dijo...

No sabía qué escribir, a pesar de compartir genes a mí no me tocaron los de las letras. Pero no quería dejar de agradecer haber leído esta "necro". Justo cuando me estaba jodiendo que no me movilizara la muerte de nuestro común amigo encuentro estos textos que leí con lacrimosa emoción. Y como sí heredé muchos de los genes mariconazos y sensibles de la "doña" no pararon de dispararse recuerdos de toda clase. Noté con agrado que no me había vuelto un ser sin historia, y que mucho de toda esa etapa no se mereció que la sepultara por todo este tiempo.
Necesité diferenciarme por eso para mí nunca fue "Cabeza" fue simplemente Jorge el más querido de mis tocayos.

Anónimo dijo...

Aunque a veces nos empeñemos en ocultarla, la historia siempre está, y en este caso, querido Jorge Luis, es en común