lunes, 19 de enero de 2009

Dientes de cordero

Este país ha tenido demasiados hijos de puta. Eso está claro. Gobernaron por 190 años con pocos sobresaltos. La pasaron feo allá por 1919, cuando los anarquistas provocaron una crisis de tan magnitud que pudo haber terminado con el Gobierno. El 17 de octubre de 1945 tuvieron otro sobresalto, la Resistencia Peronista, las guerrillas de los 60 y 70. Los trabajadores y el pueblo se estaban cebando. El fascismo del Proceso de Reorganización Nacional inclinó la balanza otra vez para el lado de los poderosos. Alfonsín tuvo la oportunidad histórica de tirar un tiro para el lado de la Justicia. No quiso. O no pudo, como prefieran analizarlo. Lo que vino después fue la culminación del trabajo que empezó la dictadura. El 19 de diciembre de 2001 volvimos a creer, como dicen Los Piojos, que saliendo a la calle podemos cambiar las cosas. Los adoradores del escepticismo se permitirán discrepar con este análisis, seguramente. Yo creo eso. Pero también creo que Kirchner hizo algo distinto, a caballo del cagazo que se pegaron en diciembre de 2001. Creer que Kirchner es revolucionario o que realmente quiere dar vuelta la Argentina es, como mínimo, ingenuo. Pero es lo que hay. Cristina pudo seguir la misma senda, pero metió la gamba y, tal como se preveía, está girando a la derecha. También se puede discrepar con esto, cómo no. Ojalá me equivoque. Pero si no me equivoco, creo también que verán dientes de cordero sobre la ciudad. Pero ojo, que esta vez puede ser muy distinto. Y no digo que sea ahora ni dentro de dos años. Pero si no se consolida un proceso de cambios, en serio, que distribuya la riqueza y que concretamente les saque algo a los ricos para darles a los pobres, humildemente creo que se va a volver a pudrir. Con Duhalde o sin él. Con saqueos, con cacerolazos o con lo que venga. A mí me chupan un huevo los escépticos, yo siempre creí en la capacidad de movilización y rebeldía de las capas populares argentinas. Históricamente han dado muestras de ello. Y la vez que quisieron aplastarlas lo lograron a costa del fascismo y 30 mil desaparecidos y cientos de miles de detenidos. Así que, amor mío, Cristina, ponete media pila, mi corazón te acompañará pero mi cerebro no. Si no, volveré a ir a la plaza, como hace ocho años, sin miedo, pero más preparado.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

adhiero y gracias

Ajenjo dijo...

Era medianamente obvio que iba a girar a la derecha después del lock out agrogarca. Ahí se vió el fascismo histórico de la clase media, fogoneado desde el sector que suple el apoyo popular que no tiene, con una buena cantidad de billetes. Y recordemos que la guita también puede voltear gobiernos. Un par de vueltas por ahí, con las orejas atentas alcanzan para darse cuenta de que hay un sector reaccionario que está envalentonado con lo de julio pasado y no oculta sus deseos destituyentes. Si el gobierno no se acerca un poco, o por lo menos, no los aguijonea, lo tumban.
No se porque estoy diciendole esto Peralta, usted lo sabe mejor que yo.
No estoy defendiendo el giro a la derecha del gobierno, solo veo que no es un capricho, mas bien un intento de mantenerse donde estàn.

slds
A

Anónimo dijo...

Peralta, acuerdo con usté 100%.